¿No te sientes alimentado en tu iglesia? La verdad incómoda: el verdadero problema eres TÚ (y cómo solucionarlo)
- Beto Gudino
- 12 hours ago
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¡Hey, qué onda! ¿Alguna vez has sentido eso de "uy, ya no me siento alimentado en mi iglesia"? Como que llegas los domingos, escuchas el sermón, cantas las canciones, pero sales pensando: "Meh, no me llenó, creo que me voy a cambiar de iglesia". Si te suena familiar, este post es para ti, carnal. Vamos a platicar de esto con toda la honestidad, porque en el podcast de Beto y Mili siempre vamos al grano, con un toque de humor y mucha reflexión bíblica. El verdadero problema... ¿sabes qué? Muchas veces eres tú . Pero tranqui, no es para juzgarte, sino para despertarte y ayudarte a crecer en tu fe.
¿Qué somos, vacas en un zoológico?
Jajaja, imagínate: "¿Qué somos vacas?" o "¿Es esto un petting zoo donde solo venimos a que nos soben y nos alimenten?". Suena gracioso, pero es un punto súper válido. Muchos de nosotros llegamos a la iglesia con la mentalidad de consumidores: "Dame, dame, dame alimento espiritual". Como si el pastor fuera el único responsable de nuestra comunión con Dios. ¿Te ha pasado? A mí sí, hace como 10 años estaba yo en esa onda: "Oy, ya me sé todos los chistes del pastor, ya me lo sé de memoria, ya no escucho nada nuevo". Pensaba que todo se lo dejaba al pastor, pero ¡está cañón! Porque tu relación con Dios no depende solo de lo que te den los domingos.
Es parte de nuestra inmadurez espiritual, ¿no? Cuando somos bebés en la fe, está bien que nos alimenten como a lechitos (1 Pedro 2:2, algo así). Pero llega un punto en que tienes que crecer. Si ya te sabes la Biblia de memoria, ¿qué estás haciendo con eso? Si solo vas a recibir y recibir, nunca vas a tener llenadera. Es como comer puro postre: al principio rico, pero luego te sientes vacío.
El switch: De recibir a servir
Aquí viene el cambio de mentalidad que lo transforma todo: La iglesia no es un lugar donde venimos a ser servidos, sino a servir. ¡Ándale! En el reino de Dios, es al revés del mundo: el líder sirve, no manda (como Jesús lavando los pies en Juan 13). Si te sientes estancado, el estancamiento eres tú, no la iglesia. Cuando dejas de cumplir tu propósito –que es compartir la palabra, bendecir a otros, ser luz– empiezas a ver todo negativo. Todo se hace fuchi: "El canto está muy alto", "El pastor repite lo mismo", "La gente es hipócrita". Y te victimizas: "Mi iglesia no me alimenta".
¿Y si cambiamos esa frase? Como le pasó a uno de nuestros hijos el otro día. Dijo: "Mamá me mintió porque prometió venir después de lavarme los dientes y se quedó dormida". Le expliqué: "Estás victimizándote. ¿Y si le das el beneficio de la duda? Di mejor: 'Creo que a mamá se le olvidó porque estaba cansada'". Lo mismo aquí: En vez de "Mi iglesia no me está alimentando", pregúntate: "¿Dónde puedo yo servir? ¿Dónde veo una necesidad que yo pueda cubrir?".
Imagínate cómo se verían nuestras iglesias si todos hiciéramos ese switch. Menos quejas, más acción. Menos división, más unidad. Porque el diablo ama que nos dividamos, que saltemos de iglesia en iglesia buscando el "perfecto feed". Pero la Biblia nos dice otra cosa: ámense los unos a los otros, sopórtense, tolérense (como en las cartas de Pablo: Efesios 4, Colosenses 3). Es fácil ignorar o huir cuando hay roces, pero Dios nos llama a reconciliarnos, perdonarnos. ¡Eso es madurez!
Es una lucha espiritual, no solo emocional
No lo tomes a la ligera, esto es una batalla espiritual. El enemigo quiere que te aisles, que te sientas insatisfecho y te vayas. La solución no es buscar otra iglesia (aunque a veces Dios te mueve, obvio), sino buscar a Dios de verdad: Ora, ve a la Biblia tú solo. Yo lo hice cuando me sentía así: me cansé de depender solo de los pastores y me metí de cabeza en la Palabra. ¡Y wow, qué diferencia!
Cuando lees las epístolas de Pablo, el mensaje es claro: unidad, amor, tolerancia. No es nada nuevo, pero nos pega fuerte. Porque en la iglesia siempre habrá problemas –somos humanos, rucos pecadores redimidos–. Pero ahí es donde crecemos: sirviendo, perdonando, amando a pesar de todo.
Ríos de agua viva: La clave para no estancarte
Y para cerrar con broche de oro, vamos al versículo que lo resume todo: Juan 7:37-38 (Reina Valera):
"En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso en pie y alzó la voz, diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva."
¡Qué poderoso! Si te sientes seco, con sed espiritual, diciendo "la iglesia no me alimenta", Jesús te dice: "Ven a mí directamente". Pero mira lo que sigue: cuando crees en Él, de tu interior van a fluir ríos de agua viva. No un charquito estancado, sino ríos que fluyen, que bendicen a otros.
A veces, para que esos ríos fluyan, tienes que pasar de "ya me alimenté suficiente" a "ahora voy a alimentar a otros". Es tiempo de servir: únete al equipo de bienvenida, ayuda en el ministerio de niños, ora por alguien que ves solo, comparte tu testimonio. En ese momento, todo cambia. Verás tu iglesia con ojos nuevos: Dios te puso ahí con propósito. Quizás el hermano que se sienta a tu lado te necesita justo a ti. O tú a él.
No seas como un lago estancado que solo acumula y se pone fuchi. Sé un río que fluye, que refresca a todos alrededor. Esa es la solución al estancamiento: servir. Y verás cómo Dios te llena de una manera que ningún sermón solo podría.
¿Y tú? ¿Estás listo para hacer el switch? Comenta abajo: ¿Dónde vas a empezar a servir en tu iglesia esta semana? Dios te bendiga, y recuerda: en el reino, los grandes son los que sirven.
¡Vamos con todo!








