Ocho Excusas que te Impiden Orar: Por Qué Nos Cuesta Hablar con Dios
- Beto Gudino
- 12 minutes ago
- 5 min read
Descubre las Barreras que Bloquean tu Vida de Oración y Cómo Superarlas con Fe
Ocho Excusas que te Impiden Orar: Por Qué Nos Cuesta Hablar con Dios
La oración es el latido del corazón de una vida cristiana vibrante: una conversación directa y personal con Dios. Aunque suena simple, muchos de nosotros luchamos por orar con regularidad. ¿Por qué? En un episodio reciente de El Christian Podcast con Beto y Mili, los anfitriones Beto y Milly desglosaron ocho razones por las que las personas no oran, revelando que, en realidad, estas son más bien excusas. Con sabiduría bíblica y confesiones personales, exploraremos estas barreras y cómo superarlas para acercarnos a Dios con autenticidad y fe.
¿Qué es la Oración, en Realidad?
En esencia, orar es hablar con Dios, así de simple. No se trata de recitar palabras memorizadas o seguir una fórmula rígida. Es llevar tu verdadero yo, con todas tus emociones, ante Dios, como lo harías con un amigo cercano. Como dijo Beto: “Cuando hablamos con Dios, no siempre es un intercambio de palabras. A veces es solo ser reales con nuestros sentimientos, porque Él ya nos conoce”. Milly añadió que la oración puede ser no verbal: una postura del corazón de transparencia y entrega.A pesar de su simplicidad, muchos evitamos orar. Aquí están las ocho excusas que nos frenan y cómo superarlas.
1. “No Tengo Tiempo”
La excusa número uno: estamos demasiado ocupados. Nuestras agendas están llenas de trabajo, familia y tareas interminables, dejando poco espacio para la oración. Pero, como señaló Beto, “decir ‘no tengo tiempo’ es una súper ultra mega excusa”. La verdad es que hacemos tiempo para lo que priorizamos. Si la oración no está en tu agenda, es hora de replantearlo. Comienza con poco: cinco minutos por la mañana o antes de dormir. Jesús priorizaba la oración, apartándose para estar con su Padre (Lucas 5:16). Si Él lo hizo, nosotros también podemos.
2. Dudar de la Efectividad de la Oración
Algunos no oran porque dudan de que funcione. “Si Dios no cambia, ¿para qué orar?”, podríamos pensar. Milly lo explicó claro: “La oración no cambia a Dios, cambia las cosas y te cambia a ti”. Santiago 5:16 nos recuerda que “la oración del justo es poderosa y eficaz”. Aunque las respuestas no sean inmediatas, la oración alinea nuestro corazón con la voluntad de Dios y transforma nuestra perspectiva. La duda es natural, pero no dejes que te detenga de orar con fe.
3. DistraccionesLas distracciones son un gran obstáculo para la oración.
Ya sea por redes sociales, el estrés laboral o nuestras preocupaciones, nuestra mente divaga cuando intentamos orar. Beto confesó: “Con esta lucho más. Abro mi app de la Biblia, pero termino revisando Instagram o correos”. Milly coincidió, señalando que las preocupaciones nos alejan de Dios. Filipenses 4:6 nos anima a llevar nuestras ansiedades a Dios en oración. Para combatir distracciones, prueba reservar un espacio tranquilo o usar un diario para enfocar tus pensamientos.
4. No Saber Cómo Orar
Muchos se sienten inadecuados porque no saben cómo orar. Pero, como explicó Beto, la Biblia ofrece patrones para guiarnos. Cuando los discípulos le pidieron a Jesús, “Enséñanos a orar”, Él les dio el Padre Nuestro (Lucas 11:1-4). No es solo una oración para recitar, sino un modelo: comienza con adoración (“Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre”), alíneate con la voluntad de Dios y luego presenta tus necesidades. El Salmo 23 también ofrece un patrón de oración, recordándonos que Dios es nuestro Pastor que provee diariamente. Orar no requiere elocuencia, solo sinceridad.
5. Pecados No Confesados
Los pecados no confesados pueden crear una barrera entre nosotros y Dios. Salmo 66:18 dice: “Si hubiera yo abrigado iniquidad en mi corazón, el Señor no me habría escuchado”. Beto señaló que el pecado que no reconocemos puede obstaculizar nuestra vida de oración. ¿La solución? Venir con transparencia ante Dios. 1 Juan 1:9 promete que, si confesamos nuestros pecados, Él es fiel para perdonar. Acércate a Dios con un corazón limpio.
6. Resistencia Demoníaca
El enemigo sabe que no puede impedir que Dios responda nuestras oraciones, pero sí puede intentar que dejemos de orar. Como dice el podcast, citando a Vlad Savchuk en YouTube, “necesitamos resistir con la armadura de Dios y su palabra” (Efesios 6:11). Milly compartió una experiencia personal: dudar de que Jesús es Dios, influenciada por amistades que no creían, la alejó de la oración. Esto ilustra cómo el enemigo usa el engaño, como la “ley de la atracción” o ideas de autoempoderamiento, para desviar nuestra fe. Si sientes resistencia al mencionar a Jesús o la Biblia, podría ser un indicio de oposición espiritual. Mantente firme en la verdad de la Palabra.
7. Decepción por Falta de Resultados Inmediatos
A veces, dejamos de orar porque no vemos resultados rápidos. “Le pido a Dios, pero no me da lo que quiero”, decimos, decepcionados. Beto advirtió: “Nuestras circunstancias no son el veredicto final de lo que sucede en el mundo espiritual”. Durante un tiempo de ayuno y oración, él y Milly notaron que, aunque el mundo físico parecía igual, Dios estaba obrando. Hebreos 11:1 nos recuerda que la fe es la certeza de lo que no vemos. Confía en que Dios trabaja, incluso cuando no lo percibes.
8. Debilidad de la Carne
Por último, nuestra carne—nuestra naturaleza humana—suele sabotear la oración. Beto dio un ejemplo relatable: planear una caminata familiar requiere levantarse temprano, pero la tentación de quedarse en la cama es fuerte. Esto refleja la lucha de los discípulos en Getsemaní, cuando no pudieron orar con Jesús porque estaban agotados (Mateo 26:40-41). Jesús les dijo: “El espíritu está dispuesto, pero la carne es débil”. A veces, queremos orar, pero la comodidad de la almohada o el cansancio nos vencen. Superar esta debilidad requiere disciplina: establece un horario fijo para orar y pídele al Espíritu Santo fortaleza.Un Llamado a OrarLa oración de Milly al cierre del podcast captura el corazón de la oración: gratitud, adoración y dependencia de Dios. Oró: “Bendito Dios que estás en los cielos, en la tierra y en todo lugar, gracias por tu amor, tu grandeza y tu misericordia que es nueva cada día. Gracias por Jesucristo, quien murió por nuestros pecados, y por el Espíritu Santo que nos guía”. Su oración refleja el modelo del Padre Nuestro: adoración, gratitud, confesión y entrega. Nos recuerda que Dios nos recibe tal como somos, con nuestras luchas y dudas, y nos invita a depender de Él diariamente.Cómo Empezar Hoy¿Te identificas con alguna de estas excusas? No estás solo. La buena noticia es que Dios está esperando tu conversación, sin importar cuán imperfecta sea. Aquí van algunos pasos prácticos:
Reserva un momento: Dedica cinco minutos al día para hablar con Dios.
Usa patrones bíblicos: Sigue el Padre Nuestro o el Salmo 23 como guía.
Confiesa y resiste: Lleva tus pecados a Dios y resiste las distracciones espirituales con Su Palabra.
Confía en el proceso: Aunque no veas resultados inmediatos, cree que Dios está obrando.
La oración no es solo un deber; es un privilegio. Es tu línea directa con el Creador, quien te ama y desea caminar contigo cada día. Así que, ¿qué estás esperando? ¡Ora hoy, sé real con Dios y deja que Él transforme tu corazón!
Комментарии